Diseño de Imagen para la pieza Bitratina, drone music de Alejandro Brianza.

La era digital ha transformado nuestra manera de interactuar con el mundo, propulsando la creación de universos virtuales como los metaversos, donde las barreras entre lo real y lo artificial se difuminan. Estos espacios, aunque intangibles, están repletos de materiales digitales que invitan a nuevas exploraciones. En este contexto, surge el concepto de metaminerales: sustancias digitales con propiedades únicas que desafían las definiciones clásicas de la ciencia material.
Entre estos metaminerales destaca la bitratina, un elemento ficticio compuesto por datos complejos que crean una fascinante gama de colores, principalmente verdes y amarillos. La bitratina se nombra en referencia al término «bit rate», haciendo alusión a la velocidad a la que los datos son procesados en el mundo digital. Lo que la distingue es su apariencia visual, con cristales triangulares que parecen fragmentarse y recomponerse constantemente, una metáfora de la naturaleza fluida y en evolución de los mundos digitales.
Visualmente, la bitratina se despliega como una sinfonía de colores que evocan tanto la naturaleza como la tecnología. Los tonos verdes profundos, que sugieren la vitalidad de la vegetación o la riqueza de un bosque frondoso, se entrelazan con amarillos brillantes, reminiscentes de la luz solar o de la energía pura, creando una fusión cromática que cambia de manera sutil pero constante. Esta combinación genera una sensación de equilibrio entre lo natural y lo artificial, como si la bitratina existiera en un punto intermedio entre ambos mundos.
Las formas triangulares que flotan en el espacio, dispersándose sin un patrón aparente, representan la naturaleza fragmentada y descentralizada del mundo digital. Estos triángulos, de distintos tamaños y ángulos, parecen estar en un proceso constante de transformación, descomponiéndose y reconfigurándose, aludiendo a la forma en que los datos se mueven y se reorganizan dentro de una red informática. La geometría nítida de los triángulos, con sus bordes afilados y exactos, contrasta con la suavidad de los degradados de color, lo que sugiere una interacción continua entre lo rígido y lo fluido, lo estructurado y lo libre.
El dinamismo de estos triángulos también transmite una sensación de movimiento perpetuo, como si estuvieran suspendidos en un flujo interminable, nunca fijos, siempre en cambio. Este movimiento constante refleja el flujo incesante de información en el mundo digital, donde los datos viajan y se procesan sin descanso. En este sentido, la bitratina puede ser vista como una representación visual del ritmo de la era digital, donde la velocidad de procesamiento y transmisión de datos define gran parte de nuestra experiencia cotidiana.
Además, la interacción entre los colores y las formas geométricas sugiere una especie de ecosistema abstracto donde lo orgánico y lo digital convergen. Los tonos verdes, que tradicionalmente evocan lo vivo y natural, parecen coexistir con las formas triangulares que se asocian más con la lógica y precisión de lo digital. Este paisaje abstracto no se limita a una imitación de la naturaleza, sino que crea algo completamente nuevo: una simbiosis entre lo físico y lo virtual, lo tangible y lo inmaterial. Aquí, la bitratina no solo es un mineral ficticio, sino una representación visual de cómo nuestras percepciones de la realidad están siendo transformadas y redefinidas por el mundo digital.
La conexión entre lo sonoro y lo visual en Bitratina es evidente. Así como los cristales geométricos en la imagen flotan sin dirección fija, la música de drone ambient genera una sensación de inmensidad, un espacio donde cada sonido parece resonar sin límites. Las texturas sonoras recuerdan el proceso de transformación de este metamineral digital, que constantemente se reconstruye a medida que nuevas capas de información se sobreponen.
Al igual que las otras piezas de la serie, Metacrosita y Pixelazuli, Bitratina nos invita a reflexionar sobre la naturaleza misma de lo digital. En un mundo donde lo virtual se convierte en parte de nuestra realidad cotidiana, estos metaminerales abren una ventana hacia nuevas formas de ver, escuchar y experimentar lo intangible.