
El collage ha sido mi aliado en el proceso de migración, una herramienta de creatividad que me ha permitido fusionar los paisajes que dejé en Manizales con los nuevos lugares que he encontrado en la Argentina.
En cada pieza de papel, recorté los colores de las montañas que alguna vez fueron mi hogar y los combiné con los tonos de los nuevos horizontes que exploré. El collage se convirtió en una forma de unir dos mundos aparentemente diferentes, de crear un espacio intermedio donde las fronteras se desvanecen.
A través de esta técnica, logré construir una nueva realidad, una en la que la nostalgia se combina con la emoción de lo desconocido. Las formas y texturas de cada trozo de papel se convirtieron en una forma de expresión que me permitió transmitir el caos y la belleza de mi proceso migratorio.
El collage se convirtió en mi refugio creativo, un lugar donde podía construir mi vida desde cero. En cada imagen que pegué, encontré una nueva pieza del rompecabezas de mi identidad. Los paisajes y objetos que elegí se convirtieron en un símbolo de la adaptabilidad.
A través del collage, aprendí que la vida es como una pieza en constante evolución, una que requiere un compromiso constante y una voluntad de experimentar y explorar. Con cada nueva pieza que añadía a mi colección, descubría una parte de mí misma que no conocía.
El collage se convirtió en una forma de abrazar la incertidumbre de mi nueva vida, de encontrar la belleza en lo desconocido y de crear un espacio donde mis recuerdos y experiencias se mezclan para formar algo nuevo. A través de esta técnica artística, logré encontrar mi camino en esta nueva tierra y construir un hogar donde quiera que vaya.
Deja un comentario